En mi calle los niños juegan en las aceras y a veces incluso en la calzada, a pesar de que el movimiento de coches es constante. Desde la ventana puedo ver a un niño que no debe tener más de 8 años consagrado a ser el mayor patinador (skate) de la historia. Cada día, haga viento o solano, el niño aparece en mi ángulo de visión 'subiendo' o 'bajando con su monopatín. Y si no estoy en la ventana sé que está ahí por el ruido del patín, que a veces incluso me despierta. En un momento determinado da (o intenta dar) un salto con el monopatín y éste se le escapa. Entonces, lo recoge y vuelve a montarse en él, arriba, abajo, arriba, abajo. El niño despierta la simpatía de todos los viandantes que le ceden el paso cuando se encuentran con él. Incluso los carteros (numerosos en Estados Unidos) esperan a que pase para entrar a dejar las cartas en los edificios. Todos acaban esbozando una sonrisa cuando se cruzan con él. A mí me tiene encandilada su persistencia. Arriba, abajo, sube, baja, se cae, se levanta, zigzagea con los árboles, levanta el patín, se le escapa, lo recoge, vuelve a intentarlo, ajeno a todo lo que pasa a su alrededor. El niño juega solo. A veces pasan otros niños acompañados de adultos y le miran. Yo creo que con envidia. Él ni se fija. Arriba, abajo, se cae, se levanta, con viento o solano. Mi nuevo héroe.
lunes, 31 de agosto de 2009
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2 comentarios:
Lo mismo tiene un blog: porrazo a porrazo...
Como diría Serrat, golpe a golpe, verso a verso...
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