Así que me ha podido el ansia, y finalmente sólo he tomado un centenar de fotos y he vuelto a casa con la mochila repleta de caracolas (creo que habré cogido unos cinco kilos de caracolas).
Tan llena estaba la mochila que me he hecho daño en la espalda (me he enchufado agua caliente, espero que mañana se me haya pasado).
En el apartamento, he llenado la bañera de agua y jabón y me he pasado dos horas de limpieza de caracolas. Luego las he puesto en el balcón con el fin de airearlas y que mañana se sequen al sol. Para que veais que no exagero, mañana haré unas fotos a las caracolas. Guillermo ha puesto "el grito en el cielo" cuando las ha visto, lo que aquí, en California, se traduce por un 'Oh, my goodness'.
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